Hace un par de meses un día sábado, unos amigos y yo viajamos desde Atlanta, Georgia a Birmingham, Alabama. Fue un viaje corto pero placentero. Llegamos a nuestro destino a la hora del almuerzo, así que después de comer algo nuestros anfitriones nos llevaron a dar un paseo para ver un poco de la ciudad.
Nuestra primera parada fue Kelly Ingram Park, el lugar donde se realizaron grandes manifestaciones durante el movimiento por los derechos civiles en la década de los 60. Este emblemático parque cuenta con varios monumentos dedicados a los eventos más importantes de esos tumultuosos tiempos.
Una de esas manifestaciones se llevó a cabo en mayo de 1963 y muchos de los participantes fueron niños y estudiantes de secundaria. Cientos de ellos fueron arrestados y atacados por la policía y bomberos con perros y manguerazos de agua, por órdenes del comisionado de seguridad pública Eugene "Bull" Connor. También en setiembre de ese año la iglesia bautista de Sixteen Street (localizada justo en una de las esquinas y frecuentada mayoritariamente por la comunidad afro americana) fue víctima de un atentado com bombas que mató a 4 niñas.
El hecho de que niños y adolescentes fueran las víctimas de una represión tan violenta y de discriminación me hicieron pensar cómo habrá sido para ellos tener que vivir tal crueldad. También me trajo a la memoria dos anécdotas sobre la perspectiva inocente que los niños tienen del mundo donde las diferencias en color, raza, clase socio-económica y cultural sencillamente no existen o donde ese mundo es mucho más bonito y cómo las acciones discriminatorias pueden cambiar esa perspectiva abruptamente y para siempre.
Alrededor del 2002 cuando trabajaba como animadora de niños en un hotel todo-incluido de Riviera Maya, en México conocí a una familia española muy simpática que vivía en Chile en ese entonces. Tenían una niña muy dulce de 5 años, con personalidad muy extrovertida. Sus padres me dijeron que ellos sentían que ella era más latinoamericana que española en muchos aspectos. Me pude dar cuenta de por qué pensaban eso...incluso cuando bailaba ella lo hacía con mucho sabor latino. Les dije eso y el papá se rió y compartió conmigo una historia. Durante unas vacaciones en la República Dominicana, cuando ella tenía tan solo 3 años, ella estaba tan encantada con la manera en que los dominicanos bailaban que le preguntó: “Papá, ¿por qué yo no puedo ser negrita?”. ¡Ella quería parecerse a ellos para que pudiera bailar como ellos!
Mi sobrino Augusto, por otro lado, tuvo una experiencia muy particular unos años antes en Lima, cuando tenía 6 años. Un día él y su hermana Marielisa, que entonces tenía 2 años, mi hermana, mi mamá y yo fuimos a un supermercado local a hacer compras. Fuera de la tienda habían instalado una casa inflable donde los niños podían jugar. Ellos se pusieron a jugar con otros niños y se estaban divirtiendo. Sin embargo, algunos de los niños que jugaban eran "diferentes": eran niños pobres, que quizá vivían en la calle. Cuando el personal de seguridad se dio cuenta de que ellos estaban jugando en la casa inflable los echó porque no les estaba permitido. Mi sobrino se quedó compungido cuando los vio salir corriendo y desaparecer. Nos preguntó adónde se habían ido sus "amigos" y por qué ya no estaban. Como a nosotras también nos sorprendió lo que había pasado, no supimos darle una explicación razonable.
En ambos casos, su inocencia evitó que estos niños vieran las diferencias como algo negativo. En el primer caso, la niña incluso las vio como algo bueno y deseable. En el segundo caso, el niño vio a los otros niños como sus compañeros de juego porque ellos para él eran iguales. No obstante, un acto discriminatorio de repente le hizo ver que, lamentablemente, ellos no tenían los mismos derechos que él. Ese fue el fin de su inocencia. Y esto es lo que me hace preguntarme: ¿no sería fantástico si la inocencia de los niños de alguna forma no desapareciera?, ¿qué tal si no se perdiera al convertirnos en adultos? Creo que el mundo sería un lugar mucho mejor para vivir para más personas, no solo para algunos. ¡Intentemos recuperar esa inocencia perdida!