Cuando mis padres decidieron llamarme Mariela no creo que ellos pensaron que para algunas personas podría ser difícil pronunciarlo. Como fue un nombre más bien común entre las niñas de mi generación en mi país, nunca encontré problema alguno con él hasta que me mudé al extranjero. Lo más interesante es que me he encontrado con estos tanto en países de habla hispana como en los que se habla otro idioma.
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