IMPONIENDO EL LOOK GLOBAL

El otro día conocí a alguien de Puerto Rico en una fiesta y cuando se enteró de dónde era yo se sorprendió y me dijo que yo no parecía peruana. Aunque no estoy segura de cómo él esperaba que una peruana se viera, le expliqué de que Perú es un país diverso en cuanto a su etnicidad y, por lo tanto, no todos somos idénticos.

Pensándolo bien, con frecuencia la gente supone que soy de cualquier parte excepto Perú. Claro está, hay gente que no tiene la menor idea (especialmente en este país) y suponen que soy mexicana simplemente porque no soy blanca y me veo obviamente latina. Sin embargo, he vivido situaciones interesantes: en un par de ocasiones italianos me han hablado en italiano y brasileños me han hablado en portugués porque pensaban que era una más de ellos.

Incluso en uno de mis viajes a Perú hace unos años, intentaron cobrarme como extranjera en algunos atractivos turísticos. Por supuesto, creo que eso tuvo que ver más con el hecho de que he cambiado mi acento peruano por uno un poco más neutral, después de estar viviendo en el extranjero por tanto tiempo. De cualquier forma, lo encontré gracioso.

Estoy segura de que a mucha gente le pasa esto, especialmente ahora que vivimos en un mundo global. Hoy en día, prácticamente cualquiera puede ser de cualquier parte del mundo. Y sí, a veces las personas se ven como esperamos por proceder de algún lugar, pero muchas veces te sorprende escuchar de dónde son. ¿No es maravilloso? A mí me parece que sí.

Una de las cosas más divertidas a propósito de este tema me pasó en Nueva York, en el 2001. Una noche salí con una amiga turca y unos amigos suyos. Estábamos en un club y en un momento una de las chicas empezó a hablarme. Yo no tenía la menor idea de qué me decía. Lo primero que pasó por mi mente fue: "¡Dios mío Mariela, tu inglés es pésimo!". No podía creer que no entendiera lo que me decía. Un poco avergonzada, le dije: "Disculpa pero no entendí lo que me acabas de decir". Ella empezó a reírse y me contestó: "¡Oh no, es mi culpa, pensé que tú también eras turca!". Con razón no le había entendido, ¡me estaba hablando en turco!

La moraleja de esta historia: lo único cierto es que todos somos seres humanos y deberíamos estar orgullosos de nuestra diversidad, así que propongo que todos impongamos nuestros looks globales adonde quiera que vayamos.