Una colega mexicana me contaba el otro día que sus padres estaban por cumplir su 50mo aniversario de bodas, así que ella y sus hermanos pensaban planear una gran celebración y que uno de sus hermanos incluso estaba pensando en hacer una dramatización del "secuestro". Como ella me vio la cara de desconcierto, procedió a contarme una de las historias de amor más épicas y fascinantes que he escuchado en mi vida.
Sus padres crecieron en el pueblo de Chiquihualco, en el estado de Guerrero, México pero ambos procedían de familias muy diferentes. Miguel Vélez Ortiz pertenecía a una familia de rancheros mientras que María del Carmen Romero Romero venía de una familia acomodada. Como la mayoría de las muchachas de su condición socioeconómica, ella fue enviada a un internado en la Ciudad de México cuando cumplió los 12 años. Por tanto, ella solo volvía al pueblo de vez en cuando, casi siempre durante fiestas.
Fue en una de esas visitas a su familia que Miguel vio a María del Carmen por primera vez y se enamoró de ella. A partir de ese momento, siempre que podía él montaba su caballo y pasaba delante de su casa cuando ella estaba en el balcón y ellos intercambiaban miradas pero nunca tuvieron la oportunidad de entablar una conversación. Esto continuó por un tiempo hasta que un día él decidió arriesgarlo todo y urdió un plan.
Era Viernes Santo, 27 de marzo de 1964 y el pueblo observaba el feriado católico. Como parte de los ritos de Semana Santa esa tarde, había una procesión en la que las muchachas estaban separadas de los varones. María del Carmen caminaba siguiendo la fila de las chicas cuando de pronto fue emboscada por algunos varones del lado opuesto y se la llevaron a una casa cercana. Luego se escaparon caminando sobre los hechos de las casas vecinas hasta que llegaron a un lugar "seguro" donde Miguel esperaba en su caballo para llevársela a la casa de sus padres.
Miguel, que a la sazón tenía solo 17 años, contó a sus padres que había secuestrado a esta muchacha de 15 años porque él estaba enamorado de ella y quería casarse con ella. Su padre partió de inmediato a buscar al juez local para que los casara. Mientras tanto, sin embargo, el alcalde del pueblo (además tío de María del Carmen) ya había sido notificado sobre el caso así que este se apareció en la casa con la policía para evitar que la boda se realizara.
El alcalde habló con María del Carmen, quien estaba muy asustada con toda la situación, y le dijo que tenían dos opciones: ella podía decir que no quería casarse con Miguel, y en ese caso él iría a la cárcel y ella tendría que partir de inmediato a la Ciudad de México (y probablemente no regresar) O ella podía casarse con él, de ser así él no sería acusado. ¡Dependía enteramente de ella!
Aunque parezca increíble, ¡ella decidió casarse con este muchacho de quien ella no sabía nada y con quien nunca había hablado! La boda se llevó a cabo esa misma noche a las 11 pm y, como se suele decir, ¡el resto es historia! Nueve meses después, María del Carmen y Miguel daban la bienvenida al primero de sus ocho hijos. ¡50 años y unos cuantos nietos más tarde ellos aún están felizmente casados!
Por supuesto, las cosas entones eran muy diferentes a la actualidad pero uno no puede evitar felicitarles por su determinación en hacer que su matrimonio funciones...ellos se comprometieron a amarse, ¡incluso antes de conocerse! Me pregunto si hoy en día nos enfocamos demasiado en crear perfiles y listas de requisitos para nuestras posibles parejas, en lugar de pasar más tiempo para conocernos y construir relaciones fuertes.
Mi colega comenta que cuando alguien le pregunta a su padre cuál es el secreto para un matrimonio duradero y feliz, él siempre responde que su matrimonio no fracasó porque ambos decidieron amarse y mantuvieron esa decisión...¡Viva el amor!