FLAN B

Últimamente, hay mucho interés en los EE.UU. hacia Cuba. Desde que el Presidente Obama anunciara hacia finales del 2014 que él tomaría varios pasos para poner fin al embargo contra ese país ha sido un tema frecuente en los noticieros y, como resultado, ciudadanos estadounidenses han empezado a viajar a la isla en números crecientes...¡todos quieren ser los primeros en visitarla! Incluso el señor Obama tiene programada una visita el próximo mes, lo cual lo convertiría en el segundo presidente de EE.UU. en hacerlo en más de 80 años.

Yo he tenido la suerte de visitar esa tan encantadora y especial isla dos veces, ambas cuando aún vivía en México. La primera vez fue hace aproximadamente 12 años, si la memoria no me falla, y solo pasé unos cuantos días en la magnífica pero deteriorada Habana...me sentí verdaderamente transportada en el tiempo, y más. Hay muchos testimonios en cuanto a ese sentimiento de que el tiempo se congeló cuando uno visita La Habana, así que no me enfocaré en eso. Más bien, me gustaría contarles cuánto disfruté haberme alojado en una "casa particular" en El Vedado, muy cerca al famoso malecón e irónicamente, a unas pocas cuadras de la embajada de los EE.UU.

¡Tener la oportunidad de convivir con una familia cubana fue una experiencia increíble! Nunca olvidaré las discusiones a la hora del almuerzo o de la cena sobre sus dificultades diarias y sobre sus sentimientos acerca de Castro y su régimen. Me quedó muy claro que las generaciones mayores, fieles a Fidel Castro y la revolución, tenían una perspectiva muy distinta a la de los jóvenes, quienes estaban ansiosos por tener libertad social, política y económica. Para mí, eso fue definitivamente lo más resaltante de ese viaje.

Posteriormente, regresé a finales del 2008 en un viaje de trabajo, el cual me llevó a otros lugares de la isla aparte de La Habana, tales como Trinidad (una mágico ciudad colonial) y Varadero (donde se encuentran las mejores playa del Caribe y, por ende, todos los resorts donde los turistas pasan sus vacaciones).

En ambas visitas, tuve la oportunidad de interactuar con gente local y constantemente me recordé a mí misma cuán privilegiadas somos algunas personas al tener opciones en la vida. Cosas tan básicas que damos por sentadas en el día a día cuando vivimos en una democracia y/o una economía sólida son verdaderos lujos en otras partes, desde la electricidad y el agua potable hasta la ropa que usamos y los alimentos que ingerimos.

En ese aspecto, la Cuba que conocí no era lugar para gente escogedora y me permito ilustrarlo con las siguientes anécdotas.

En el último día de mi segunda visita a La Habana, uno de mis compañeros de viaje sugirió que fuéramos a comer helado. Yo, emocionada, pregunté "¿qué sabor probamos?" Él me miró y, de la misma manera que un profesor da una lección a un alumno, me indicó que solo había un sabor. En efecto, solo tenían un helado de color crema/rosa que, además, era difícil determinar a qué sabía, si a chocolate, vainilla o fresa. ¡En realidad eran varios sabores en uno! ¿O quizá, fue mi imaginación que creó esos sabores en mi boca? Es posible que así sea cuando uno tiene opciones...

De regreso en México, un par de semanas después, me crucé con un colega cubano y con su madre que se encontraba de visita de Cuba. Les conté sobre mi reciente viaje y cuánto me había gustado la isla y su gente. También les dije que, sinceramente, yo pensaba que el flan cubano era el mejor que había probado en mi vida y que me habían dicho que el secreto estaba en que ellos usaban tres tripos diferentes de leche para prepararlo. La dama sonrió dulcemente y me aclaró: "en realidad, usamos cualquier ingrediente que logramos conseguir."

Me encanta contar estas historias a mis amigos porque la primera muestra que lo simple puede hacer feliz a uno e incluso despertar la creatividad, mientras que la segunda resume la entereza que caracteriza a la gente cubana y a cómo ellos ven todo con sentido del humor, recursividad y, por supuesto, algo de resignación. Tengo muchas ganas de ver qué pasará con Cuba una vez que se abra realmente al resto del mundo y cuando nosotros nos abramos a su gente pero sinceramente espero también que el espíritu luchador y alegre de los cubanos nunca desaparezca.

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