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Hace seis meses visité Puno y, exactamente como la primera vez hace aproximadamente 20 años, me quedé encantada con la belleza del paisaje, el calor de su gente y la vitalidad de sus colores. La hospitalidad de mis anfitriones (Naldi, una buena amiga desde los primeros años de mi etapa universitaria, y su esposo, un puneño muy orgulloso de su tierra) definitivamente fue lo más resaltante del viaje. Sin embargo, me gustaría compartir contigo algunas memorias que me llevé conmigo y actividades que recomiendo hacer si planeas visitar esta zona en el sur del Perú próximamente.
1. LAMPA, LA CIUDAD ROSADA Conocida por este apelativo debido a que la mayoría de sus edificios están pintados en diferentes tonalidades terrosas de rosado, Lampa es un pintoresco pueblo colonial, localizado a aproximadamente 36 km al noroeste de Juliana y 78 km de Puno. Como si su encanto no fuera suficiente por sí solo, nos llevamos un par de sorpresas adicionales durante nuestra visita. Para comenzar, tuvimos la suerte de presenciar la celebración de una boda justo en la plaza que se encuentra a un lado de la catedral. En realidad, como que nos colamos en la fiesta...¡incluso me invitaron a bailar! Por supuesto, no pude decir que no... siento no compartir el video, soy muy tímida. Luego fuimos a pasear por las calles desiertas del pueblo cuando escuchamos música y cantos. Caminamos en esa dirección y terminamos en el estadio local, donde la comunidad estaba ensayando para los festejos de la próxima Candelaria. ¡Qué privilegio! Fue un fantástico avance de lo que veríamos un par de días después (leer el número 4).
2. TORITOS DE PUCARÁ Una parada obligatoria si estás de visita en la zona es ciertamente Pucará, otro pueblo colonial, especialmente si te interesa comprar algunos de sus famosos toritos. Éstos están hechos de arcilla, vienen en diferentes tamaños y están pintados en una variedad de brillantes colores, así que hay muchas opciones para llevar a casa para ti o como regalos para familiares y amigos. Me dijeron que los toritos de Pucará deben ser colocados en el techo de la casa, sobre la entrada, siempre en pares (la dualidad es my importante en la cultura andina). Es muy común verlos en el techo de las casas por todos los Andes, pero se les llama "de Pucará" porque es en su estación de tren donde se vendieron por primera vez a los viajeros que pasaban por el pueblo a inicios del siglo 20. Hoy en día, un puñado de artesanos continúan la tradición de fabricar toritos de Pucará y de venderlos.
3. ENCUENTRO CERCANO CON ALPACAS Naldi y Marco residen muy cerca del Hotel El Libertador, ubicado en la Isla Esteves, así que una tarde fuimos a caminar por sus alrededores. Aunque es una propiedad cercada y reservada para sus huéspedes, puedes pasar a visitar si dejas un documento de identificación a la entrada. Aquí, disfrutamos de la tranquilidad del lugar y, sencillamente, de la naturaleza en su mejor expresión. ¿Qué podría sobrepasar la experiencia de estar a orillas del lago navegable más alto del mundo? Pues sí que podía haber algo mejor...¡nos topamos con un rebaño de alpacas! Nuestra presencia parecía no molestarles y ellas continuaron pastando en paz. Incluso hubo momentos en que parecían estar posando para nuestras fotos. Yo estaba fascinada por su belleza y gracia, así como por la variedad de sus colores: de gris claro y beige a marrón y negro. Una experiencia incomparable.
4. LA CANDELARIA La celebración más grande de Puno se lleva a cabo cada febrero, con la participación de comunidades que vienen desde lugares remotos, a veces de cientos de kilómetros. Hay más de 100,00 participantes, entre bailarines, músicos y organizadores. La Candelaria incluye un número de rituales y eventos, pero la competencia de música y baile que se realzan los dos primeros fines de semana de cada mes son imperdibles. Son una demostración colectiva artística donde las tradiciones religiosas y culturales se encuentran para honrar la herencia quechua, aymara y mestiza así como para venerar a su patrona, la Virgen de la Candelaria. Este año, yo fui una de los muchos turistas que vienen cada año de todas partes para ser parte de las celebraciones y no me fui decepcionada. Marca tu calendario para visitar Puno esta época del año y prepárate para ver un desfile inacabable de coloridos trajes típicos, música nativa en vivo y alegres bailes. No te arrepentirás.
5. SAN LUIS DE ALBA En mi último día en Puno, mis amigos me llevaron a conocer una citadela española, que dicen fue habitada por vascos y andaluces a mediados del siglo 17. Según algunos historiadores, San Luis de Alba fue un centro minero que fue destruido por el virrey gobernante en ese entonces, como resultado de la rebelión de los mestizos contra los que eran leales a la corona española. Todo lo que queda en la actualidad, son las ruinas de la fortaleza que habían construido para proteger a la ciudad de posibles ataques. Junto con algunas juguetonas vizcachas, un roedor andino que se parece mucho a la ardilla, nosotros éramos los únicos de visita en el lugar. Después de explorarlo por un rato, pudimos ver en el horizonte que se avecinaba una lluvia, así que buscamos refugio en el coche. No pudimos haberlo planeado mejor para disfrutar de un delicioso choclo con queso como almuerzo, mientras empezaba a llover torrencialmente.
6. CAFÉ TUNKI Pues sí, mi viaje no pudo haber tenido un mejor final: ¡una siempre bienvenida dosis de café! La Casa del Corregidor es una hermosa casa colonial donde se encuentra un acogedor café bar con paredes decoradas con LPs, para un ambiente retro. Pero si prefieres, puedes sentarte en su lindo patio. No importa dónde decidas pasar un rato, ¡este lugar es muy instagramable! Como es de esperar, ellos ofrecen café Tunki, un café local orgánico que ha sido reconocido como uno de los mejores del mundo. ¿Tienes ganas de un trago en lugar de café? Aquí encontrarás un bar completo, con cócteles (entre ellos, algunos pisco sours, por supuesto) y una selección de cervezas. ¿Y qué pasa si tienes hambre? También ofrecen un menú amplio con una variedad de sándwiches, ensaladas, sopas, etc. así como de platos tradicionales peruanos y postres. ¡Qué rico!
Además de estas experiencias, también me llevé conmigo las maravillosas conversaciones y los buenos momentos que pasé con Naldi, Marco y su hija Aymara...¡de verdad espero que mi próxima visita a Puno no sea en otros 20 años!