Mientras empacaba ya que parto para Jamaica mañana, recordé que hace dos años, después de mi visita a esta hermosa isla para fungir de anfitriona de un viaje prensa sobre gastronomía, escribí una reseña. Entonces pensé que es hora de compartirla.
SABROSA JAMAICA
Después de un tranquilo vuelo de Atlanta a Montego Bay y de pasar el control de migraciones y aduanas llegamos a IBEROSTAR Grand Hotel Rose Hall, donde un botones muy sonriente nos recibió al llegar al motor lobby y nos dio una muy necesaria en ese momento toalla húmeda para hacer el calor más soportable. Él nos acompañó a la recepción y mientras nos registrábamos mi bartender favorito Clive apareció con una bebida de bienvenida. Él se alegró cuando lo reconocí. Han pasado cerca de dos años desde mi última visita pero le creo cuando él dice que sí se acuerda de mí.
Disfruté un cortado en el lobby bar mientras esperaba que nuestras habitaciones estuvieran listas. El café de Blue Mountain es definitivamente uno de los mejores que he probado, le agradezco a Dios por poder tomarme uno, tenía muchas ganas. Fui a mi habitación en cuanto me dijeron que ya estaba lista y me dio gusto recibir la visita de mi mayordomo Raynard, que vino a presentarse y a darme una explicación de los servicios que brinda y para hacerme saber que estaba disponible para lo que necesitara durante mi estancia. Para entonces, me sentía súper consentida y solo había estado en el hotel por menos de una hora. De pronto, sentí hambre así que fui al restaurante de la playa, donde tenían un completo almuerzo estilo buffet con una variada barra de ensaladas, hamburguesas, pizzas y una estación Jamaicana que incluía pollo estilo jerk, festivals, ackee y otras delicias, entre ellas frutas de la isla. Almorcé al lado de la playa, disfrutando de una magnífica vista del Mar Caribe y una agradable brisa.
Tenía que trabajar, así que me dediqué a responder e-mails por un par de horas antes de ir al gimnasio. Decidí hacer un poco de cardio aunque estuve tentada a quedarme más tiempo porque el equipo del gimnasio era muy moderno. Caí en cuenta que no contaba con mucho tiempo, por lo que pensé que era mejor hacer ejercicio por más tiempo al día siguiente.
Me encontré con mis compañeros de viaje en el lobby bar como a las 7:00 pm. Nuestro bartender Hardley nos deleitó no solo con muy buenos cócteles sino que también tocó para nosotros algunas melodías jamaicanas en su guitarra...me preguntaba si todos en la isla son artistas. Luego nos dirigimos al restaurante italiano para cenar porque ya nos esperaban. Nos ofrecieron in delicioso chutney de mango con espuma de queso parmesano como aperitivo. Yo ordené carpaccio de res como entrada que estuvo muy sabroso, además de tener una linda presentación. Como plato principal pedí costillas de cordero con polenta...llegaron perfectamente cocinado a término medio, como lo había solicitado. También pedimos risotto de camarones con gnocchi, tomate y pesto para que todos probáramos y fue un éxito en la mesa. Como postre comí peras en grappa con fondant de chocolate y sherbet de mandarina...¡delicioso!
Luego fuimos al teatro y el show no había comenzado aún, así que fumas al bar donde el bartender nos ofreció un trago "delicioso y frío" (Bailey's y Kahlua en las rocas) que disfrutamos mucho. El show de la noche era sobre la historia y el folklore de Jamaica, muy educativo y entretenido. Cuando acabó fuimos a la discoteca donde bailamos un poco de reggae y pop.
En nuestro segundo día en Jamaica tuvimos la oportunidad de probar comida local ya que fuimos a Scotchie's, un lugar muy conocido y frecuentado tanto por gente local como visitantes, con por lo menos 10 años y que lleva el nombre un chile o ají muy picante que se usa en las salsas que ofrecen. Después de pedir la comida preguntamos si podíamos dar un vistazo a la cocina y ellos estuvieron encantados de mostrarnos lo que sucede "detrás de bambalinas": tenían grandes parrillas cubiertas con planchas de zinc donde el puerco y el pollo estilo jerk se cocinaban lentamente, el aroma de la carne ahumada era muy invitador, no veíamos la hora de probar todo. Esperamos pacientemente a que la comida llegara a la mesa. En el ínterin, disfrutamos el vibrante ambiente del lugar, una mezcla de visitantes como nosotros, que incluía turistas japoneses con cámaras fotográficas gigantes, y gente local, con atuendos muy coloridos. Una vez que la comida llegó, no nos decepcionó: con seguridad ofrecen el puerco y el pollo estilo jerk más exquisito que he comido en la vida. Los festivals y el camote (o batata) también fueron muy buenos. El pescado al vapor llegó un poco más tarde a la mesa y fue un plato sencillo pero delicioso: pargo con verduras, envuelto en papel aluminio.
De regreso al hotel, nos dijeron que lo mejor aún estaba por llegar: esa noche el chef ejecutivo del hotel, Mario González, nos ofrecería un menú de degustación en el restaurante gourmet. Nuestras expectativas fueron excedidas con creces porque nos ofrecieron una cena de 6 tiempos muy creativa que incluyó: espuma de langosta, tártara caribeña de atún con mayonesa de maracuyá, crema de almendra y hierbas con sorbete de maná, sandwich de tortilla española con pistachio, pargo con glaseado de miel y ajonjolí y confit de puerro, y mousse de chocolate con crocante de arroz y sopa de yogurt. Esta cena no solo fue deliciosa sino que la presentación de cada plato era impecable. Era como si estuviéramos comiendo obras de arte.
En nuestra última noche cenamos en el restaurante de carnes, un restaurante muy acogedor con paredes de ladrillos rojos adornadas con pinturas jamaicanas. Como entrada comí vieiras gratinadas, eran gigantes y cubiertas con una deliciosa crema de queso. La estrella principal de la noche, sin embargo, fue el churrasco que pedí cocido durante el tiempo justo. Para finalizar disfruté un delicioso helado frito con salsa de chocolate.
Al día siguiente teníamos que partir pero mientras esperaba el transporte para ir al aeropuerto disfruté mi último cortado, preparado por Clive. Quería llevarme el sabor del café de Blue Mountain conmigo como recuerdo de mi maravillosa estancia, nuevamente, en esta inolvidable isla. Oh Jamaica, cuánto quisiera haber podido quedarme más tiempo esta vez.